Cultura visual
Vivimos en un mundo lleno de imágenes, y esto es algo que cada día va a más. Recibimos imágenes desde los medios de comunicación, la publicidad, las señales de tráfico, obras de arte, carteles en plazas y parques... pero también nosotros mismos publicamos nuestra vida en imágenes a través de las redes sociales. Somos consumidores y productores de imágenes al mismo y ellas forman parte de la construcción de nuestra identidad. (Imaginar otras realidades) La artista Penélope Umbrico quiere demostrarnos la constante presencia de imágenes con un mosaico gigante con miles de fotos de puestas de sol sacadas de Flickr; o Frank Schallmaier, quien creó un mural con imágenes de cientos de penes sacadas de la red.
En la cultura visual se integran todas esas innumerables imágenes que forman parte de nuestro contexto. Mediante la cultura visual creamos un código, un conjunto de referentes que utilizamos para dar sentido a nuestra vida.
Por la importancia que la cultura visual tiene en nuestra vida, es muy importante plantearse el significado de las imágenes.
Muchas veces pensamos en las imágenes como una copia de la realidad, algo objetivo y veraz, pero hemos de ser conscientes de que no es así: todas las imágenes tienen una intención. Algunas buscan despertar sentimientos, otras apelan al raciocinio... Muy a menudo, tal como se dice en el texto Un mundo lleno de imágenes "de forma inconsciente captamos contenidos que permanecen latentes en nuestro cerebro".
Esos contenidos que inconscientemente captamos, nos pueden llevar a ser manipulados. Las imágenes están muy ligadas al mundo de los estereotipos. Desde que nacemos, recibimos imágenes que llenan nuestra mente de prejuicios que naturalizamos, de tal forma que no somos conscientes de ellos. Los podemos de ver cientos de veces y no sentir que nos puedan estar transmitiendo ideas como el racismo, el machismo o la superioridad de determinada cultura. Joan Fontcuberta, "cuando alguien quiere creer algo su capacidad crítica desaparece". Nosotros no es que queramos creer algo por decisión propia, sino que hemos interiorizado ciertas ideas tan profundamente que ya forman parte de nosotros.
El máximo representante y transmisor de estereotipos es la publicidad. La misión de la publicidad es vender un producto, por lo que utiliza el “ideal” creado de humano para que nos sintamos identificados o aspiremos a ser así con ese producto. Podría decirse que la publicidad es causa y consecuencia de los estereotipos.
La mujer es el grupo social castigado por excelencia mediante las imágenes. Nos venden mujeres perfectas e ideales (perfectas según los canones actuales de belleza), sumisas debido a su inferioridad ante el sexo masculino y con más bien poco cerebro. En la imágen de la derecha vemos una imágen de mujer frívola y materialista, una mujer a la que se puede comprar. En la segunda imágen, vemos una clara sumisión ante la fuerza y superioridad del hombre.
Pero, como he dicho, no solo consumimos imágenes estereotipadas del mundo de la publicidad (aunque puede que este mundo sea el que lo haga con más descaro). En nuestro día a día también estamos rodeados de imágenes machistas (por seguir con ejemplo anterior) de las que muchas veces no somos conscientes. Por ejemplo, las siguientes imágenes son simples señales de tráfico que he fotografiado en nuestra ciudad, Pamplona, en las que aparentemente no se da ninguna actitud machista. En ambos carteles la mujer aparece representada cuidando a un niño pequeño, como si toda su vida se redujese a la maternidad, como si ese fuera el único rol que la sociedad le permitiera ejercer.
Pero, si nos proponemos encontrar imágenes
cotidianas que reflejen lo opuesto, realmente, es muy difícil encontrarlas, y
esto, por lo menos a mi parecer, es algo muy preocupante.
Las imágenes que encuentro son imágenes creadas conscientemente para luchar contra eso. Por ejemplo Maitena, Mafalda, campañas en contra de la violencia de género, movimientos sociales, obras de arte…
Es decir, si no te haces consciente de la realidad y buscas imágenes que te enseñen otra visión, no las encuentras por casualidad. Y ahora ya no me estoy refiriendo solo al tema del machismo, ya que son muchos los prejuicios los que las imágenes inculcan en nosotros.
Por eso, esas imágenes que conscientemente intentan difundir contravalores toman un papel tan relevante y son tan necesarias.
Por todo esto que es necesario hacer un esfuerzo consciente y reflexivo para volver a mirar las imágenes que vemos cada día, cuestionárnoslas y tener voluntad de dudar. Y una vez que hayamos hecho esto, ir más allá. Aquí, como maestros y maestras, tenemos mucho que decir y mucho que hacer. Desde la escuela se debe promover un aprendizaje estructurado que evite la manipulación, preservando así la libertad de elección de nuestros alumnos.
Las imágenes que encuentro son imágenes creadas conscientemente para luchar contra eso. Por ejemplo Maitena, Mafalda, campañas en contra de la violencia de género, movimientos sociales, obras de arte…
Es decir, si no te haces consciente de la realidad y buscas imágenes que te enseñen otra visión, no las encuentras por casualidad. Y ahora ya no me estoy refiriendo solo al tema del machismo, ya que son muchos los prejuicios los que las imágenes inculcan en nosotros.
Por eso, esas imágenes que conscientemente intentan difundir contravalores toman un papel tan relevante y son tan necesarias.
Por todo esto que es necesario hacer un esfuerzo consciente y reflexivo para volver a mirar las imágenes que vemos cada día, cuestionárnoslas y tener voluntad de dudar. Y una vez que hayamos hecho esto, ir más allá. Aquí, como maestros y maestras, tenemos mucho que decir y mucho que hacer. Desde la escuela se debe promover un aprendizaje estructurado que evite la manipulación, preservando así la libertad de elección de nuestros alumnos.
El arte nos ayuda a realizar el esfuerzo de ver un poco más allá, mirar más profundamente lo que nos rodea: “lo real tiene que ser ficcionado para poder ser pensado” (Jacques Ranciére). A menudo, si no vemos una forma forzada, exagerada o parodiada de imágenes que vemos continuamente, no somos conscientes de lo ridículas, insensatas o discriminadoras que pueden llegar a ser. Nosotros mismos formamos parte de nuestra cultura visual, y eso nos impide verla con perspectiva. Ficcionarla nos ayuda a separarnos de ella y así poder analizarla y juzgarla.
En los proyectos de arte que se expusieron en clase, hubo varios que trataron de llegar a esto, de hacernos reflexionar sobre nuestra realidad. Por ejemplo, el proyecto Demencia, trató de mostrar ese tormento en el que nos hallamos sumidos para intentar alcanzar las exigencias que nuestra sociedad nos pide. Obras de arte de este estilo me parecen muy necesarias, como forma de hacernos dudar y reflexionar.
Pero me atrevería a ir incluso un poco más allá; me atrevería a decir que a veces la realidad
se vale a sí misma para ficcionarse. Me explico: a veces se llega a tal extremo
que de pronto nos damos cuenta de que hemos ido demasiado lejos. Creo que las reinas de la belleza infantil son un ejemplo perfecto para ilustrar esta idea.