La evaluación en Educación Artística
El valor que le demos a la evaluación depende de nuestra concepción de la Educación Artística.
Según la corriente expresionista, evaluar carece de sentido, ya que coarta la libre expresión del niño o niña, minando su creatividad y obligándole a refugiarse en las representaciones estereotipadas.
Aquí me gustaría hacer un inciso, ya que los autoexpresionistas (y tal como vimos en el debate que se produjo también bastantes personas de nuestro grupo) defienden esa idea de que aprendizaje artístico y creatividad son una misma realidad, cuando no es así: sabemos que la creatividad se puede desarrollar, no es necesario nacer genio creativo. Sabemos también que este desarrollo no depende únicamente de las artes: podemos ser creativos buscando estrategias alternativas de resolución de problemas matemáticos o escribiendo una memoria autobiográfica. Si no damos herramientas para que desarrollen la capacidad creativa esta no va a madurar por si sola de manera natural: requiere un aprendizaje vinculado a un proceso de enseñanza.
Aquí me gustaría hacer un inciso, ya que los autoexpresionistas (y tal como vimos en el debate que se produjo también bastantes personas de nuestro grupo) defienden esa idea de que aprendizaje artístico y creatividad son una misma realidad, cuando no es así: sabemos que la creatividad se puede desarrollar, no es necesario nacer genio creativo. Sabemos también que este desarrollo no depende únicamente de las artes: podemos ser creativos buscando estrategias alternativas de resolución de problemas matemáticos o escribiendo una memoria autobiográfica. Si no damos herramientas para que desarrollen la capacidad creativa esta no va a madurar por si sola de manera natural: requiere un aprendizaje vinculado a un proceso de enseñanza.
Volviendo a la corriente autoexpresionista, consideran que todo aquello realizado por un niño o niña está bien y es positivo, ya que está mostrando su mundo interior y su experiencia personal. Es decir, no podemos evaluar a un niño o niña que está actuando libremente, ya que la infancia es el estado incorrupto por excelencia.
Según como evaluemos estamos poniendo en práctica nuestro concepto de educación. Si los adultos ya estamos corrompidos por la cultura, ¿Cómo vamos a evaluar a un niño que es puro?
Con la corriente disciplinar DBAE, se otorga importancia al aprendizaje conceptual y al currículo, viendo la Educación Artística como una materia reglada, con objetivos, contenidos y también evaluación.
Esta corriente es bastante similar a la que seguimos hoy en día en nuestras aulas.
Nos basamos en que siempre tenemos que tener objetivos, y por tanto siempre tenemos que tener una evaluación en concordancia con estos.
Por tanto, la pregunta ¿qué podemos evaluar? no puede ir separada de la pregunta ¿qué queremos (o tenemos que) conseguir?
Queda patente pues que nuestra evaluación va a depender de nuestra concepción de la educación artística.
Es importante realizar los tres tipos de evaluación: inicial, continua y sumativa. Es decir, en ningún momento del proceso se deja de evaluar. Siempre que diseñemos una actividad, hemos de decidir también como la vamos a evaluar.
Según como evaluemos estamos poniendo en práctica nuestro concepto de educación. Si los adultos ya estamos corrompidos por la cultura, ¿Cómo vamos a evaluar a un niño que es puro?
Con la corriente disciplinar DBAE, se otorga importancia al aprendizaje conceptual y al currículo, viendo la Educación Artística como una materia reglada, con objetivos, contenidos y también evaluación.
Esta corriente es bastante similar a la que seguimos hoy en día en nuestras aulas.
Nos basamos en que siempre tenemos que tener objetivos, y por tanto siempre tenemos que tener una evaluación en concordancia con estos.
Por tanto, la pregunta ¿qué podemos evaluar? no puede ir separada de la pregunta ¿qué queremos (o tenemos que) conseguir?
Queda patente pues que nuestra evaluación va a depender de nuestra concepción de la educación artística.
Es importante realizar los tres tipos de evaluación: inicial, continua y sumativa. Es decir, en ningún momento del proceso se deja de evaluar. Siempre que diseñemos una actividad, hemos de decidir también como la vamos a evaluar.
La evaluación ha de ser una constante a lo largo de todo el proceso educativo. Siempre que diseñemos una actividad, tenemos que pensar también cómo vamos a evaluarla. Existen diferentes fases de evaluación:
- La evaluación inicial, como bien sabemos, nos sirve como punto de partida. Construiremos los objetivos a partir de lo que el alumnado sabe o deja de saber.Es importante comprender que cada niño y niña viene con unos pensamientos diferentes; esto se debe averiguar y trabajar en consecuencia. Muy a menudo los niños y niñas llegan a la escuela con concepciones erróneas. Por ejemplo, en el área de educación artística, una de las primeras pruebas de evaluación inicial debe ser qué piensan los alumnos que es el arte.
- La evaluación continua está presente a lo largo de todo el proceso, siendo de gran utilidad tanto a la alumna como al docente. Nuestra evaluación tiene que ser retroactiva. Dar información al niño o niña de lo que pensamos y creemos, para que pueda avanzar sin hacerlo sobre el error. Una observación que se puede hacer en las clases de Educación Artística es el comentario "¡muy bien!" a todo lo que haga el alumno o alumna. Creo que el abuso de este comentario es negativo para un correcto proceso de evaluación, ya que no es un feedback real. Cuando se califica algo es conveniente explicarles qué y por qué. Tal como nos recomienda Alfie Kohn, es mejor explicarles qué está bien o mal y por qué, o contestarles con preguntas de forma que ellos mismos puedan averigüarlo. Por ejemplo, cuando una alumna te entrega un dibujo en lugar de un simple "Muy bien" hemos de especificar " Muy buena idea, has comprendido y aplicado el objetivo X", si realmente pensamos que es así.
- La evaluación sumativa, que muy a menudo, la relacionamos con un examen de unos contenidos concretos. No estamos acostumbrados a la flexibilidad ni a la subjetividad, ni a otras maneras de hacer. Son frecuentes las quejas de mis compañeros y compañeras cuando se les propone un sistema de evaluación diferente a un examen tipo test. No creo que sea nuestra culpa: llevamos desde los diez años asimilando que la evaluación es eso, que alguien nos ponga un número entre el uno y el diez por el examen que hacemos un día.
Creo que en la Educación Artística un examen final no es la mejor forma de evaluar. Considero que aprender unos contenidos de memoria sirven para más bien poco en cualquier asignatura, pero especialmente en un campo como este, que tanto necesita de una reflexión y una síntesis profunda. Más que una nota debemos dar una base para reflexionar sobre los resultados.
Por ejemplo, basándonos en nuestra propia Educación Artística, en nuestra propia asignatura. ¿De qué nos serviría saber de memoria los nombres y las características de todas las corrientes de educación si no somos capaces de reflexionar e intentar aplicar lo mejor de cada una a nuestras futuras programaciones?
Por otro lado, creo que nuestro sistema actual de evaluación suele dejar de lado la autoevaluación. En mi opinión en sumamente importante dar herramientas a nuestros alumnos y alumnas para que sean ellos mismos quienes analicen su proceso de aprendizaje, formando así una parte consciente de él. Por esto en nuestra Unidad Didáctica incluimos rubricas de autoevaluación. Pero no bastaría con dar rubricas, sino que también englobaría un trabajo en el que se les enseñe realmente a encontrar aquello en lo que podrían mejorar... Muy a menudo no se hace esto creyendo que los niños y niñas no van a ser capaces de mirarse a si mismos con cierta objetividad, pero está claro que si no se les enseña a hacerlo ni se les deja intentarlo nunca lo harán.
Me parece necesario recordar que la evaluación es un proceso complejo, en el que no solo se evalúan personas, sino también situaciones, y no solo se evalúan contenidos, sino también procedimientos y actitudes. Por ejemplo, si queremos crear ciudadanos críticos respecto a las imágenes del mundo que les rodea, tendremos que crear actividades con este, y después evaluarlas.
Me parece necesario recordar que la evaluación es un proceso complejo, en el que no solo se evalúan personas, sino también situaciones, y no solo se evalúan contenidos, sino también procedimientos y actitudes. Por ejemplo, si queremos crear ciudadanos críticos respecto a las imágenes del mundo que les rodea, tendremos que crear actividades con este, y después evaluarlas.